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Vivir mi diagnóstico

Recibir un diagnóstico no es una tarea sencilla que se asimile al cabo de que el médico o profesional de la salud termine de pronunciar aquello con lo que nos veremos obligados a vivir. Llega a la vida como un huracán que va destrozando todo a su paso, que se siente eterno, que se desea que termine y que al final es necesario hacer un recuento de todos los daños ocasionados para evaluar aquellos que se pueden reparar y los que se perdieron permanentemente.



Muchas frases enmarcan la empatía de aquellos que te rodean: “todo estará bien”, “eres fuerte, eres una guerrera”, “por algo pasan las cosas”, “tu puedes con esto y más”, “lo importante es que hay tratamiento”, “hazlo por tus hijos”, y así continúa la larga lista de las buenas intenciones, sin embargo, yo quiero hablar de la otra cara de la moneda, de la sombra que genera la luz brillante de esas frases tan positivas, porque sí, entre más brillan más sombra genera.


¿Cómo saber si todo estará bien? ¿Por qué tengo que ser fuerte y guerrera? ¿Por qué me pasó a mí? ¿Por qué lo tengo que hacer por alguien más y no por mi misma, no soy suficiente? Todas estas preguntas son válidas y tan necesarias de hacer, porque se le exige a la persona que sea fuerte, que tenga la mejor actitud ante el huracán, se le exige que permanezca de pie cuando los vientos y la marea la están ahogando. ¡Déjala! Que se rompa, que llore, que se enoje, que hable de todo ese miedo que siente, de lo que se imagina, de lo que quiere hacer, déjala que sea fuerte y guerrera a su manera, que lo haga por y para ella misma, lo merece, deja que sea humano. Y si eres tú quien está pasando por esto, déjate romper confiando en que es parte del proceso y que la ayuda estará para ti.



Recibir un diagnóstico es una renuncia, es una muerte, es una pérdida. Es dejar ir esa parte saludable y vital del ser, es soltar la seguridad y confianza del propio cuerpo, ¿te imaginas desconfiar de tu propio cuerpo y que sea impredecible para ti?

Es vivir la incertidumbre de lo nuevo que la salud viene a mostrar, a retar, a romper. Viene a obligar a dejar ir para dar paso a una nueva forma de posicionarse y vivir en un mundo que tal vez no está preparado para esto.


¿Cuánto dura este proceso? No lo sé, el duelo es único así como si atravesarlo y lograr una re-significación. Es trabajo duro e intenso, con subidas y bajadas, con aceptación y rechazo. Probablemente es un constante proceso, como la vida misma, es re-conocernos a través de un diagnóstico y vincularnos a través de él. No, no eres tu diagnóstico, eres mucho más, llegar a comprender duele, pero es el mismo dolor lo que mueve a aceptar, accionar y amar.


Si estás atravesando por una situación así, te abrazo a la distancia y deseo que estas letras puedan ayudarte si es que estás en esa búsqueda.


Con cariño,

Grecia


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