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Vivir la perspectiva de género

Mucho hemos escuchado y leído acerca de las diferencias entre géneros y de las libertades por las cuales se luchan en la actualidad. Se podría pensar que estos temas son conflictos del pasado y que hoy en día las diferencias son casi invisibles, pero la realidad es otra, el vivir las diferencias hacia nuestro género es tema de todos los días en la cotidianidad de la vida.



La perspectiva de género hace referencia a todas esas acciones que se llevan a cabo para cuestionar la visión limitada que se tiene referente a ser hombre y mujer. Pone sobre la mesa lo que los estereotipos enmarcan en cuanto a nuestros comportamientos, oportunidades escolares, laborales, económicas y sociales, uno de sus principales objetivos es mostrar la desigualdad que existe en todos los rubros de nuestra sociedad con la intención de hacer consciencia y tomar acción al respecto.


Probablemente sea difícil o complejo de ver en nuestro día a día por creer que a nosotros nos nos pasa eso, que eso es problema de alguien más, sin embargo, nos alcanza a salpicar toda esta construcción en torno a lo femenino y masculino, como las principales bases de construcción social; el rechazo y bloqueo a lo femenino se ve sumamente marcado como lo débil, vulnerable y sin fortalezas mientras que lo masculino es imponente, sinónimo de liderazgo y fuerza, como si esto fuera una verdad absoluta.



Te quiero dejar algunos ejemplos que deseo profundamente puedan ayudar a reflexionar sobre esta cuestión y ser parte de la comunidad que va despertando a la consciencia de las desigualdades y comencemos a exigir más espacios en búsqueda de un nuevo aprendizaje que genere más compasión y oportunidades de desarrollo.


Podríamos comenzar por cuestionar la dinámica de actualmente se sigue llevando en algunas escuelas de educación básica, en donde la exigencia de vestimenta, higiene personal y comportamiento tiene diferencias marcadas que pocos cuestionan, incluso si llegan a cuestionarse por los propios alumnxs, estos corren el riesgo de ser sancionadxs ya sea con en acto o en palabra. En este sentido los uniformes no hacen más que marcar las diferencias entre los géneros sin propósito alguno, sin embargo, sí provocan impacto directo sobre temas más relevantes que el simple hecho de ser hombre o mujer; tan sólo pensamos en el impacto que tiene la incomodidad de la ropa en las niñas en desarrollo, la motricidad gruesa se ve limitada al contrario de los varones o aquellxs que usan pantalones quienes se pueden mover libremente lo que aporta a su condición física.


El desarrollo físico, cognitivo, emocional, social, laboral y económico no debería estar determinado por el género ni mucho menos por el sexo asignado al nacer, como sociedad tenemos una gran labor al romper todas las creencias y limitantes que nos establecen por vivir de cierta forma como un “debe de ser”, las oportunidades son de todxs, cada ser humano tiene el derecho a la vida que implica movimiento, disfrutar, gozar, crecer, desarrollo y abundancia.


Deseo que estas letras sean el inicio de una gran reflexión y un camino lleno de nuevas construcciones.




Con cariño,

Grecia.



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