¿Has escuchado este término? ¿Qué se te viene a la mente? Es algo sencillo en esencia pero muy complejo en la acción. La responsabilidad afectiva hace referencia a la conciencia de que nuestras palabras y actos tienen consecuencias para el otro, para alguien más, es la capacidad de poder ver más allá de nuestro universo y validar el universo de alguien más mediante el respeto, consideración, honestidad y tolerancia.
Realmente, no es un tema nuevo y a lo largo del tiempo se le ha ido nombrando dependiendo de la rama o enfoque de intervención, Freud hacía referencia a grandes rasgos, a este acto de responsabilidad como un acto de renuncia a nuestro narcisismo para considerar al otro. Sin embargo, considerar al otro no se trata de ser complacientes y aceptar incondicionalmente lo que el otro demande sólo porque intento ser considerado y afectivamente responsable, se trata de poder asumir nuestras propias emociones, reacciones y respuestas para poder “ser” para alguien más.
Es decir, para poder comunicar de una forma coherente y honesta mis necesidades evitando un daño innecesario en el otro sin caer en la sobreprotección de esa persona o incluso en la propia.
Esta dinámica se puede observar y dar en cualquier vínculo, por ejemplo, en el de pareja: entre más claro tengo mis necesidades, soy honesta con esto y uso las palabras adecuadas para comunicarlo, podré darle la posibilidad a mi pareja de comprender la intención de lo que le quiero comunicar, esto no evita el malestar que le puedo provocar ya que será un dolor parte del proceso, no una herida innecesaria.
¿Cómo puedo lograrlo? Entramos a aguas profundas y oscuras, ya que se trata más de un tema de introspección que de pasos o reglas a seguir. Para mi, se trata también de un tema de nuestra propia crianza. Trata de hacer memoria de las frases que se pronuncian cuando los padres intentan hacerte ver lo valiosa que eres cuando se trata de un tema de relaciones interpersonales: “tú te mereces lo mejor”, “no mereces que te traten así”, “vales demasiado como para que estés en ese tipo de relaciones…” Y claro que es importante esta validación de nuestro ser, es indispensable, pero también es muy necesario la contraparte, el ayudar a la comprensión de que mi persona también puede dañar a los demás, de que mis palabras pueden destruir y que yo también puedo ser esa persona de la cual mis padres me quieren alejar.
Cuestionar si hago lo necesario para ofrecer lo que el otro merece sin aplastar mis necesidades, es un acto obligatorio antes de pasar a la responsabilidad afectiva. Es un trabajo para adentro primero para poder ser reflejado afuera.
Con cariño,
Grecia
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