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Re-significar tu historia

Mucho del trabajo terapéutico es hablar de todo nuestro pasado inmediato y de nuestra infancia, al hacerlo, suceden cosas curiosas porque los recuerdos van cambiando, podemos agregar o quitar elementos y las versiones de la misma situación pueden ser diferentes, incluso al compartirlos con las personas que estuvieron involucradas podemos darnos cuenta que cada uno tiene una visión y narración distinta a la tuya.



¿Por qué sucede esto?


Cada persona tenemos una visión, integración e interpretación del mundo interno (nuestras emociones) y del mundo externo, esta visión está conformada por distintos factores: cuestiones biológicos que nos hacen únicos, las experiencias que hemos tenido y el trato que hemos llevado con nuestros cuidadores primarios (mamá, papá, abuelos, abuelas, tíos, etc.). Con base en esto, nos vamos contando nuestra historia infantil a partir de estos recuerdos, es decir, de las construcciones que hacemos de lo que nos ha pasado: lo que nos ha nutrido, dañado, empujado y detenido.


Presta atención la próxima vez que tengas una reunión familiar, y escucha como cuando salen a la charla los relatos cada persona puede ir complementado el recuerdo de la otra y estamos frente a un ejercicio de reconstrucción de la historia, observa cómo cada uno va teniendo perspectivas de la situación y antes de juzgar o de querer imponer una “verdad” trata de validar que cada versión es tan real como la tuya.


En algún momento existió mucha controversia sobre los recuerdos infantiles, en el que se desvalorizaban argumentando que podrían tratarse más de fantasías que de hechos reales, sin embargo, también puedo decirte que al momento de relatar nuestra historia, no importa tanto si fueron fantasías o no, porque el cuerpo y nuestro ser interior las vive como reales y nos apropiamos de todo ese discurso.



¿De qué trata esto de re-significar?


De todo un proceso bellísimamente duro, es una suma de situaciones y emociones que se vuelven a revivir desde la posición adulta con la que ahora contamos. Es repasar cada momento significativo con una visión y lenguaje más completo y maduro. Es confrontarnos con todo eso que hemos guardado en un cuarto con llave y que es momento de escuchar para podernos dar eso que hemos necesitado: contención, comprensión, paciencia y mucha compasión.


Se trata de dar otro significado a nuestra historia, acompañarnos en nuestro pasado y regalarnos la oportunidad de, ahora sí, entender lo que sucedió, darnos las palabras que necesitábamos en ese momento y sacarnos adelante como nos hubiera gustado que alguien lo hiciera por nosotros en ese momento.



Al resignificar nuestra historia nos sirve para aprovechar la perspectiva que tenemos en el presente y así comprender los porqués y paraqués del pasado, este proceso hace que tomemos acción y responsabilidad sobre nuestro interior y podamos despegarnos de una posición de victimización que muchas veces tomamos, y no lo hacemos por malas personas o por débiles, sino que nos dejamos en ese lugar por mera maniobra de protección de nuestro ser.


Cada historia merece ser contada, y la tuya está esperando a volver a ser pronunciada.

Este trabajo de re-significación se realiza de muchas maneras, no hay una forma única o correcta de hacerlo, será todo un viaje encontrar cuál te queda más a ti y sientes más eficiente, la psicoterapia es una vía para ello ya que el acompañamiento de un profesional y cómplice que te guié en las rutas más escabrosas puede ser clave. Darnos voz, es de las acciones más valientes que podemos hacer por nosotros mismos, es comenzar a contarnos de otra manera lo que hemos vivido, lo que hemos soñado, alcanzado, fracasado, dolido y gozado.



Nos leemos pronto.


GRECIA






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