Mentiras en la infancia
- psicologagreciamor
- 1 oct 2021
- 2 Min. de lectura
¿Has tenido la sensación de regresar a algún lugar de tu infancia y darte cuenta que no era tan grande o pequeño de como lo recuerdas? ¿Es raro, cierto? Pasa que cuando visitamos la casa de la abuela, nuestra escuela de la infancia o esos lugares en donde solíamos pasarla bien, nos damos cuenta de que el tamaño no concuerda con el de nuestros recuerdos y experiencias. Esa sensación de extrañeza invade nuestro cuerpo y emociones, y damos entonces otro sentido a los recuerdos, volvemos a pasar por la mente y corazón esas experiencias y las integramos de manera diferente.

Algo así nos pasa con las historias, explicaciones y respuestas que los adultos a nuestro alrededor daban a nuestras inquietudes infantiles, y que ahora en una posición adulta, nos damos cuenta que hay ciertas cosas que no concuerdan con la realidad en la que vivimos o que simplemente no tenían sentido; también podemos llegar a entender que probablemente esas verdades a medias que nos contaron tuvieron una buena intención de “protegernos” idealmente.
Los adultos creemos que si ocultamos a nuestros hijxs ciertas partes duras de la vida a las que están expuestos,, temas complejos como la muerte, divorcios, sexualidad, entre otros, les estamos protegiendo y evitando malestares para los que no están listxs y no “debería saber” porque no las “comprenden”. Y la realidad es otra, ellxs comprenden y muy bien, claro, depende mucho del momento de madurez emocional y física en la que se encuentren, pero ya tienen muy desarrollada la capacidad de notar que algo pasa con mamá, papá, los abuelos y con aquellas personas que son muy cercanas a ellxs, y pueden notar también cuando algo se les está ocultando o modificando.

Lejos de protegerles, les estamos robando partes importantes de su propia historia de vida, partes de su rompecabezas de vida que más tarde necesitarán para armar su relato y así poder integrarlo y dar sentido a su existencia a través de un pasado que ayuda a anhelar el futuro.
Es nuestra incapacidad de afrontar las situaciones y temas complicados la que nos lleva a actuar con la máscara de ingenuidad, la que nos paraliza y nos presenta a la mentira como único recurso para salir del apuro en el momento, la que no nos permite pensar en un futuro. Tampoco se trata de que nuestros hijxs sean nuestros confidentes y dar detalles de cada situación, se trata de no ocultar lo evidente, de escuchar y atender la duda que ellxs tienen con respeto y acorde, muy acorde a su edad, se trata de darles un lugar como seres humanos que necesitan respuestas.
¿Recuerdas lo que te contaron de niñx y que te sigue dando vueltas en la cabeza ahora de adultx? Siempre será buen momento para buscar esas piezas del rompecabezas, verlas, analizarlas y armarlas cuantas veces sea necesario.
Con cariño,
Grecia.
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