Comencemos por reconocernos que todos somos imperfectos y que como tal, no somos ni estamos totalmente completos, pensando en la palabra completo no como sinónimo de perfección, al contrario, como la falta que nos permite y nos empuja a movernos día a día. Esa sensación de que “algo nos falta” para estar “completos”, lo que nos llena la cabeza y la vida de planes, proyectos y también personas.
El riesgo de no conocer, re-conocer y aceptar que todos estamos en esa falta es justo vivir en la ignorancia de la forma y fondo que tiene nuestra falta en nosotrxs, porque aunque todxs la vivimos no es igual para cada uno, ya que tiene que ver con nuestra historia: miedos, traumas, temores, logros, éxitos, modelos a seguir, crianza, contexto sociocultural. La manera en que éste vacío hace presencia en nuestra vida es único.
Ahora, como te decía, la sensación de falta genera esa energía que nos mueve a buscar y en esa búsqueda también se incluyen a las personas que incluyen toda clase de vínculos: amistad, trabajo y pareja. La necesidad y gusto por querer compartir, influye en la elección de pareja que podemos hacer desde un plano consciente pero que sin duda está alimentado desde lo inconsciente, desde ese lugar que no nos damos cuenta que venimos cargando y del impacto, positivo o negativo que tiene en nuestra vida actual.
Somos naranjas completas cargadas de pedazos incompletos que están en búsqueda de ser completados, no tiene nada de malo. Lo complejo y complicado está cuando esos pedazos, esos gajos incompletos son desconocidos para nosotrxs mismxs e ignoramos por completo la calidad de energía que nos empuja a buscar y elegir la pareja, es decir, si esa energía surge desde un lugar de abandono, necesidad, dependencia absoluta o desde el gusto por compartir, la sinergia y un acompañamiento íntimo pero bien delimitado.
Estamos en búsqueda de completarnos a cada momento y con cada situación, eso no nos hace mediocres o necesitados, nos hace seres que están en una constante búsqueda de crecimiento y éste es muy diferente en cada uno.
En el mundo nadie está destinado al rescate, no es el trabajo, la responsabilidad ni obligación de tu pareja completarte como si fuera esa su única labor; ser acompañante de vida de otro ser humano es una tarea muy distinta a la de tener que ser tu complemento perfecto para que tú puedas existir, esa es tu labor.
Necesitamos cuestionarnos de dónde nacen estas ideas y fantasías de ser rescatadxs por un otro para poder replantear todo nuestro mundo interno y transitar por la vida de diferente manera.
Deseo que esta reflexión tenga sentido y resuene en ti.
Con cariño,
Grecia.
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