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La mamá de mi pareja

“La mamá de mi pareja”, es decir, la suegra, ocupa un lugar muy especial en cada una de las nuevas familias que se construye o se intenta construir. Es una realidad que la nueva pareja reclama un lugar especial en la vida de ese ser humano que siempre será hijo o hija, los ejemplos son muchos y las historias de terror se materializan en dichos y diretes.



Como te lo decía anteriormente, nunca dejamos de ser hijas e hijos, es un vínculo que se construye y se establece para la eternidad sin la oportunidad de elegir si queremos o no tener ese lugar, es una relación que se carga de responsabilidades y obligaciones a nivel cultural y social del que pocas veces podemos escapar, pero que sí podemos resignificar cuando las cosas no van bien por esos lugares. El vínculo de pareja es diferente, en él sí se puede dejar de ser pareja y de ocupar ese lugar para hacerlo algo pasajero, es un lugar en el que las promesas de amor se pueden romper, cambiar o transformar… Tal vez por eso es que queremos asegurarlo por “todas las de la ley”, no lo sé, sólo es una idea.


Las inseguridades de la pareja sumadas a las inseguridades de esa mamá que ve “alejarse” (en este caso ve crecer) a su hijo o hija, ponen en jaque a la relación de la pareja y en duda la capacidad de resignificar, construir y transformar con empatía cada una de las dificultades que se van encontrando en el camino.


¿La suegra siempre tiene que ser mala? ¿Cuándo yo sea la suegra, tengo que actuar igual? ¿Mi pareja tiene “mamitis”? ¿La relación y convivencia con la suegra tiene que ser áspera para que entonces sea de verdad? Esas preguntas surgen en mi mente cuando escucho a personas expresarse de la mamá de su pareja; me da la impresión que se entra a la relación con una postura defensiva automática.



Es necesario recordar que se trata de su mamá, de esa persona que también es humana, que también atraviesa por duelos y carga con su propia historia, que tiene consigo una maternidad única que la hace tener una visión de la vida y de las relaciones de pareja muy diferentes de las que tal vez nosotros tenemos. No me malinterpretes, no pretendo jugarle al abogado del diablo y decirte que tienes que aguantarte las groserías o los malos tratos que se puedan presentar, al contrario, te comparto esa postura de humanización para que puedas establecer los límites y las conversaciones necesarias desde un lugar de compasión y empatía con su mamá y también con tu pareja. Recuerda que tú también podrías estar en su lugar, en cualquiera de los dos.


Crear vínculos es complejo por la naturaleza misma del humano y esto siempre vale la pena tenerlo presente; la empatía hacia tu pareja es indispensable así como el comprender el lugar de hijos que todos ocupamos en nuestra vida. Tu pareja también carga con su historia como hijo o hija, escucha con atención cuál es esa historia, conecta con la mamá internalizada que existe en él o en ella con la intención de comprender y conocer más a su mamá real que anda ahí afuera, a la suegra.


Deseo que esta pequeña reflexión pueda ayudarte a iniciar a resignificar esta relación que es compleja por toda la carga cultural que trae encima, pero que te aseguro que no tiene que ser ruda ni áspera, al contrario, podría ser una red de apoyo fuerte y cercana, con los límites y conversaciones adecuadas.



Con cariño,

Grecia.


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