top of page

Escuchar al otro

Resulta que tomar una pausa no es tan sencillo como proponerlo, se requiere todo un esfuerzo interno para lograrlo y aún más, salir exitosa del intento.



Arrancaré esta reflexión con el siguiente ejemplo, imagina a una mamá que está apurada haciendo su trabajo y de pronto llega su hijx con toda la intención de mostrarle algo o de simplemente de platicar; la mamá inmersa en sus asuntos, voltea con una expresión de apuro o de urgencia a querer casi casi adivinar el pensamiento o lo que está por decir su hijx, por más que intenta frenar y escuchar detenidamente no puede.


En seguida la falta de concentración se nota, la mamá comienza a hacer preguntas irrelevantes, corregir, pedir a su hijx que haga algo, etc.. al final el hijx no habló, no compartió y sólo se llevó quehaceres por los cuales definitivamente no iba, ¿te parece familiar? ¿de qué lado has estado, de la mamá, del hijx, o de ambos?



Esta pregunta es clave en el tema, su respuesta depende mucho de nuestra capacidad de pausar, escuchar y comprender al otro. Y es que, así como ese niñx que llega con la urgencia de querer compartir algo, así llegamos alguna vez nosotras con aquellas personas que consideramos de nuestra confianza, con la urgencia de mostrar una parte de nuestro ser que necesitaba ser consolado, comprendido, apapachado, contenido y con mucha necesidad de que le dieran un norte. Este es un ejemplo que se repite con diferentes personajes en nuestras vidas, con nuestra pareja, familia, amigos y compañeros de trabajo, en cualquier vínculo que generes a tu alrededor.


Aunque la capacidad de pausar y escuchar viene del interior, no podemos dejar fuera el momento social y cultural en el que vivimos hoy en día. El mundo digital favorece una comunicación casi instantánea que nos obliga a estar disponibles todo el tiempo e ignorar nuestra intimidad, tiempos y ritmos. Nos orilla a perder la paciencia cuando el otro quiere tomarse el tiempo de platicarnos algo con detalle y dejamos de escuchar la esencia del otro cuando hasta adelantamos la velocidad de ese mensaje de voz. Si no frenamos, nos perdemos de los matices, las pausas, las expresiones y de todo eso que lo hace únicx al otro.



Tal vez todos los humanos tenemos por naturaleza esa esencia de acompañar, de sabernos protegidos y amados por el otro, pero dependiendo del contexto en el que crecimos fue como trazamos nuestros ritmos y formas de escuchar y sentirnos escuchados. ¿Tuviste adultos que eran capaces de pausar y escuchar?

En cierta medida, es muy seguro que a las generaciones pasadas no les mostraron cómo escuchar porque tampoco fueron escuchados, sólo les mostraron cómo “hacer” dinero y bienes materiales porque así fue como a ellos les mostraron su amor (imagínate cómo les fue a ellos en su historia), sin embargo, no es justificación, pero sí una explicación que nos invita a reflexionar, comprender y evolucionar.


Cada quien es responsable de analizar su propia historia, y yo te invito a ti a hacerlo con la tuya, cuando estés lista y sientas que es tu momento, haz memoria de cómo te escucharon a ti, de cómo te apapacharon, si te dieron confort y consuelo. Si no lo tuviste, créeme que estas muy a tiempo de re-signficar toda esa parte de tu historia.



Con cariño,

Grecia.



Comments


bottom of page