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El cuerpo habla cuando la boca calla

En ocasiones pecamos de ingenuos cuando creemos que las cosas que decidimos guardarnos desaparecerán mágicamente de nuestro ser y por lo tanto de nuestra vida. Comprendo la necesidad de evitar ciertas conversaciones y evadir las peleas “innecesarias” así como las decisiones y acciones a tomar después de soltar, por medio de la palabra, todo aquello que se carga y que genera malestar.


Definitivamente el cuerpo siempre sale a nuestra defensa y las múltiples manifestaciones del malestar guardado salen a la luz a través del síntoma, el cual se muestra de formas diferentes y muy singulares en cada ser humano.


La enfermedad física es una de las tantas formas en las que el inconsciente y las palabras guardadas encuentran una vía segura para expresar y sacar el mensaje que “conscientemente” se intenta retener a costa de uno mismo.

Ojo, es importante para mí señalar y aclarar que no todas las enfermedades físicas son originadas por las emociones, pero sí es seguro que las enfermedades físicas nos provocan ciertas sensaciones, pensamientos, fantasías, ideas, es decir, nos provocan movimiento emocional que es digno de escuchar y comprender, por lo tanto, siempre te recomiendo acudir con un profesional de la salud física y mental para una adecuada evaluación y diagnóstico.


Las desventajas de callar todo aquello que sabemos tiene que ser nombrado son muchas y diversas, pero algo que pueden englobar y que atrevo a generalizar es la idea de que todo aquello que se guarda saldrá, tarde o temprano, de peores maneras.


¿Para qué callar algo que saldrá a la luz? La experiencia me cuenta que de alguna manera esas cosas ocultas siempre están a la luz, en realidad, siempre están expuestas y podemos percibirlas cuando logramos escucharles y verles con mucha atención. Es decir, nuestro cuerpo expresa lo incómodo de los vínculos en los que nos movemos y vivimos, nuestras decisiones manifiestan el cómo nos podemos llegar a sentir en las situaciones que nos rodean, la calidad de sueño y descanso habla de una parte importante de la calidad de vida que podemos estar llevando en ese momento, y así, un largo etcétera. Hay que observar, escuchar y sentir con mucha paciencia, honestidad y responsabilidad todo lo que nuestro interior tiene y querer comunicarnos.



En muchas ocasiones podemos determinar que todo eso que nos callamos necesita ser pronunciado por nuestro bien, sin embargo, nos detienen los miedos, fantasías, experiencias pasadas, prejuicios propios, creencias arraigadas conscientes e inconscientes, y ante eso, se puede llegar a experimentar una sensación de incapacidad para afrontar todos los cambios que esto conlleva.

Responder ante la demanda de todo lo que callamos presume ser un gran reto, y lo es, pero sentir la compañía de una red de apoyo marca una gran diferencia al momento de atravesar el malestar.


Aceptar que el momento de pronunciar todo eso que se guarda será incómodo, muy incómodo, sería lo primero a hacer, es necesario romper con la idea de que se puede hacer de una forma fácil y que se puede lograr todo en una sola charla; la realidad es que no es así y está bien.


Por favor, ten presente que no existe un manual que te diga paso a paso cómo llevar conversaciones incómodas, pero sí hay maneras claves de llevar la conversación desde un lugar de respeto y empatía: trata de ordenar tus ideas antes de comunicarlas, exprésate desde el “yo siento, yo pienso…” sin asumir que el otro siente lo que tu sientes o que el otro debería de entender, hacer, etc. Recuerda que tu verdad no es la única ni absoluta, y tener la disposición de afrontar las consecuencias de lo comunicado será indispensable.


Deseo que estas reflexiones sean de mucha utilidad y que te ayuden a aterrizar todo aquello que has estado guardando para “evitar” problemas.





Con cariño,

Grecia.


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