He escuchado frases como “reaccionó de forma infantil”, “es un inmadurx por lo que hizo”, “no es maduro hacer tal cosa”, se lanzan estas oraciones como sentencias totalitarias de lo que implica ser adulto, de lo que se supone tenemos que ser y hacer cuando llegamos a esa edad en donde nos toca trabajar para pagar las cuentas y hacernos cargo de nuestra propia existencia.
En múltiples ocasiones he mencionado lo importante que es tener una visión singular y subjetiva de cada uno de nosotros, pero en este caso, me parece urgente poner sobre la mesa y aclarar que la vida adulta no sólo tiene una sola forma de expresarse y de vivirse. Es verdad que sobre el concepto de la madurez-vida adulta recaen fuertes expectativas y obligaciones que son generalizables y que hacen que la sociedad funcione de forma productiva permitiendo cierto balance, por ejemplo, se espera que podamos ser capaces de conseguir un trabajo, alimentarnos, atender a las normas y reglas del lugar en donde vivimos, respetar al otro, cuidar de nuestro entorno, entre otras tantas que seguro conoces bien.
Sin embargo, la forma y los caminos que se decidan tomar para conseguir todo eso a lo que se aspira en la vida adulta es subjetiva y es obligación de cada uno de nosotros asumir la responsabilidad de decidir cómo queremos conseguir todo eso. Eso en un contexto en donde el privilegio nos permite tener acceso al poder de decisión, por el contrario, habrá adultos que las formas que tienen de asumirse en la vida adulta están limitadas a lo que el medio y su desarrollo les puede ofrecer.
Ahora bien, es necesario aclarar y dar otro significado a lo “infantil” del comportamiento o de las respuestas que como adultos podemos tener, porque es común usar el término “infantil” para minimizar o despreciar acciones que los adultos tenemos. No es malo ni debe ser ofensivo comportarnos infantiles, es una forma de nombrar y de dar cuenta que ese adulto se ha quedado atrapado en su desarrollo emocional lo cual le impide tener otro tipo de respuestas ante las situaciones de la vida, el tipo de respuesta tiene que ver con el pobre manejo de los impulsos y la capacidad de discernir entre lo que conviene o no, es decir, en las consecuencias de sus actos. Lo anterior, no necesariamente lo hace una mala persona, lo hace carente de herramientas emocionales y le obligan a seguir trabajando en su interior.
Necesitamos recordar que todos, absolutamente todos, podemos tener ciertos comportamientos que dejan ver nuestra falta de herramientas emocionales en temas específicos de nuestro desarrollo y experiencia, lo importante es permitirnos sentir ese desequilibrio interno para darnos la oportunidad de trabajar a profundidad. De nada sirve la comparación o medición de la vida adulta en términos “infantiles” o “maduros” ya que eso es subjetivo y único, nada es casualidad y todo puede ser una oportunidad.
Con cariño,
Grecia.
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