Comparación, lo que vemos en los demás
- psicologagreciamor
- 31 ene 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul 2022
Compararnos es un deporte de alto riesgo que genera la adrenalina y cierto malestar que nos mantienen al filo del sillón cuando somos espectadores de acrobacias y actos cargados de peligro, ese malestar que en el fondo genera cierto placer inconsciente. Es natural vivir rodeados de comparación puesto que es algo que existe desde antes de nuestro propio nacimiento, es algo que ya está instalado en el deseo de nuestros padres cuando pensaron: “quiero que sea niña” (¿y si es niño?), “lo que sea pero que venga sano” (¿y si vienen con alguna enfermedad o condición?), “que se parezca a mi” (¿y si se parece a su papá, mamá, o la tía que te cae mal?).

Ya una vez en esta tierra, nos comienzan a comparar con el bebé de alado y los logros que va teniendo, es una forma de “medir” el avance, es una manera de hacernos sentir que estamos “bien” y que somos “normales”, tal vez no tiene nada de bueno o de malo, simplemente así es como nos desarrollamos. La situación se complica cuando estas comparaciones se vuelven compulsivas y estrictas, en donde la exigencia va más a la “perfección” sádica y castigadora, que a la continuación y aporte a nuestro desarrollo.
Asomarse a la casa del vecino es perder el tiempo en atender nuestra propia casa, es invertir tiempo en algo que no genera rendimientos, es querer resolver nuestra vida siempre a través del otro, una posición un tanto cómoda ¿no crees?, es decir, mejor critico y señalo mis errores pero sin verme a mi mismx de una forma realista con mis posibilidades, limitantes, potencial y puntos de quiebre, que sería lo que permitiría el propio proceso de trabajo, una verdadera inversión que te aseguro sí genera rendimientos.

¿Por qué no es tan fácil como lo expongo? Porque atravesamos un momento de mucha conexión y “cercanía” gracias al mundo de tecnología que habitamos, en donde las redes sociales están al alcance de tu dedo y nos gritan constantemente lo que debemos de “ser” para poder encajar en algo que ni siquiera cuestionamos si queremos estar ahí, pero que prometen un montón de “felicidad” y “plenitud” si seguimos paso a paso lo que se nos dicta, y otra vez, perdemos el tiempo de explorarnos de verdad, de nadar en nuestro interior y ser valientes al decidir cuáles son nuestras propias formas y fondos.
Compárate y después cuestiónate, no te quedes en el primer paso, duele avanzar al segundo, pero te prometo que puede ser un dolor revelador y liberador, sé valiente y crea tus propios conceptos, felicidad y plenitud, defiéndelo. Escucha con duda, con curiosidad ¡como cuando éramos niñxs y queríamos saberlo todo! Es momento de re-significar.
Con cariño,
Grecia.
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