Nuestra historia juega un papel fundamental al momento de relacionarnos con el mundo externo que nos rodea así como con nuestro mundo interno; las formas de responder a los estímulos externos son, de cierta forma, determinadas por los ejemplos pasados con nuestras primeras figuras de apego y confianza.
Es fácil que algunos tratos emocionales se normalicen debido a que se ejercen por estas mismas figuras de apego, y por lo tanto son estas mismas las que pueden ser protagonistas de los abusos emocionales y violencia, enmascarados de crianza, disciplina y educación. En muchas de las ocasiones el disfraz es tan grande que es casi imposible darnos cuenta que lo que atravesamos en forma de educación fue en realidad violencia por parte nuestros cuidadores, es común y natural justificar estos actos bajo frases como “eran otros tiempos”, “lo hacían con la mejor intención y amor”, “hicieron lo que pudieron”, “eran las herramientas que tenían”; y en realidad estas frases pueden estar en lo cierto, pero no por eso deja de ser abuso y violencia.
En primera instancia, no se trata de buscar culpables, aunque ese sea el instinto automático al descubrir estas partes de nuestra historia, se trata de tener la posibilidad de nombrar de diferente manera todas aquellas acciones, palabras, decisiones y actitudes que nuestros cuidadores tomaron en nuestra vida infantil o pasada. Se trata de tener una oportunidad para darle un giro a la forma de relacionarnos actualmente con las demás personas y establecer vínculos que nos nutran.
El riesgo de no reconocer y nombrar los actos por su nombre son muchos y muy peligrosos, se establece la posibilidad de entablar relaciones violentas y abusivas enmascaradas de “bromas”, mentiras, insultos, burlas y humillaciones, bajo el argumento de “así me enseñaron en mi casa”, “esto me decía mi papá/mamá por lo tanto no es malo”, porque ese es el primer pensamiento y sentimiento: si mi mamá/papá (o cualquier cuidador principal) lo hacía/decía entonces está bien. Esto en términos conscientes o inconscientes.
Sabemos que la sociedad cambia y también cambian sus conflictos y las soluciones que se ofrecen, las posibilidades de información sobre las emociones son amplias y al alcance de la mayoría de nosotros, aunque desafortunadamente aún existen muchas personas que no tienen esa oportunidad de acceso. Todos estos cambios y transformaciones sociales son los que nos obligan a observar con otros ojos la historia, a descubrir que no fue tan perfecta como lo creíamos, que existen otras formas de relacionarnos y de amarnos unos a otros, lo cual nos confronta con nuestra realidad actual y pasada, y nos empuja a resignificar nuestro atravesar.
Es duro describir toda esta parte de nosotros envuelta en la violencia, así como la de esas figuras de apego y de confianza que estuvieron con nosotros, es duro darnos cuenta que existió abuso y violencia disfrazada en nombre del amor, educación y disciplina, sin embargo, reconocerlo dará la oportunidad de transformar la forma en la que actualmente ejercemos nuestra libertad de vincularnos, tanto con nuestros iguales como con tu maternidad y paternidad.
El espacio de psicoterapia será mi recomendación por excelencia, ya que ofrece un espacio seguro de acompañamiento, escucha, contención, reflexión y acción que puede darte la nuevas palabras que necesitas para este atravesar.
Con cariño,
Grecia.
Commentaires